martes, 12 de mayo de 2020

1. Comunicación verbal y no verbal. Entrenando 5 soft skills para el posconfinamiento.

El miedo a hablar en público (glosofobia) es un síndrome común que padece el 75% de la población, aunque realmente todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sufrido sus síntomas. Síntomas físicos como sudoración, tartamudeo, bloqueo…son normales cuando nos vamos a enfrentar a una audiencia. Pero, aunque son difíciles de eliminar, sí que podemos aprender a dominarlos. La mayoría de los oradores tiene miedo:

·        A hacer el ridículo.
·        A equivocarse.
·        A quedarse en blanco.
·        A aburrir a la audiencia.
·        A perderse.
·        A no cubrir las expectativas.
·        Miedo al propio miedo.

Ante esto, y como indican expertos como la psicóloga Patricia Ramírez, tenemos un camino: enfrentarnos a ese miedo.  Para ello lo importante es preparar muy bien el contenido, ensayarlo, familiarizarse con el marco donde se va a hablar y focalizar, de forma positiva, la atención en el discurso y la audiencia.


Lo recomendable sería que, en la escuela, pero después también en el instituto y en la universidad se trabajara continuamente la comunicación verbal y la no verbal y se practicara ante audiencias de diferentes tamaños. Como dice el aragonés Manuel Campo Vidal desde pequeños nos enseñan que tenemos que escuchar, pero no nos  enseñan a ser emisores. No se da la importancia suficiente a la palabra, a la comunicación, a contar historias. Un buen comunicador debe transmitir pasión, emoción y control. Y todo esto requiere preparación.  Como recuerda Campo Vidal, fue Winston Churchill quien dijo: 

“He preparado meticulosamente esta improvisación”

La oratoria no se suele enseñar y todos sufrimos en silencio porque profesionalmente se nos exige. Debemos saber que existen una serie de herramientas y de pautas que podemos aplicar antes y durante una charla para lograr salir airosos de la situación.

Antes de una charla

Mark Twain decía:

 “Suelen hacer falta tres semanas para preparar un discurso improvisado”

Tenemos que tener claro que el miedo está relacionado con el control y el control depende de:
  •  La preparación de la charla con el tiempo suficiente.
  •  El dominio del tema.
  • El ensayo.
  • La anticipación (llevar la presentación en diferentes formatos y tenerla guardada en varios soportes y en la nube, contar con las imágenes y los vídeos descargados…en definitiva tener un plan B).
Es importante tener claro que no es lo mismo hablar que comunicar, y por eso debemos pensar siempre en la audiencia. Y, sobre todo, como dice la experta en comunicación Teresa Baró tenemos que: ensayar.


Antes de empezar a preparar un tema se debe tener claro para qué nos vamos a poner delante de ese auditorio. Después ya podemos:
  • Concretar  las ideas que queremos transmitir. No más de 3 ideas.
  • Estructurar la presentación. Siempre tener en cuenta que las tres partes del discurso: el inicio, el desarrollo y el final son importantes.
  • Determinar el inicio para que enganche. Podemos empezar con una imagen, un dato estadístico, una idea, un titular, una cita, una historia, una anécdota, una pregunta retórica…lo que sea, pero siempre ligado al tema de la charla.
  • Concretar el final. Puede ser una reflexión final, las conclusiones, una pregunta en el aire, una imagen inspiradora o volver a la historia o anécdota del inicio. si es que hemos empezado así.
  • Pensar en hilar el discurso para que nadie se pierda. Si hemos presentado un esquema o índice recordar, de vez en cuando, en qué punto nos encontramos. “Cerramos el punto dedicado a…y pasamos a…”
  • Utilizar un lenguaje adaptado a la audiencia, no abusar de tecnicismos, ni de términos abstractos. Es importante emplear un lenguaje concreto y usar ejemplos y analogías.
  • Controlar las muletillas (vale, si, eh, o sea, bueno…) si se repiten mucho adquieren excesivo protagonismo y la gente empieza a contarlas.
  • Utilizar captadores de atención, es decir, recursos como vídeos, imágenes, objetos…que pueden ayudarnos cuando el discurso se vuelve monótono.
  • Preparar una presentación pero pensando en el “síndrome de muerte por powerpoint”. Es solo un material de apoyo.
  • Prepararnos mapas mentales que nos pueden ayudar en el diseño de la charla, como esquema y como resumen.
Durante la charla
Minutos antes:
  • Mantener los nervios a raya
  • Bloquear los pensamientos negativos previos.
  • Respirar profundamente varias veces. Focalizar nuestra atención en la respiración para evitar esos pensamientos negativos.
  • Prepararse: agua, el puntero, el pasador de diapositivas, que podemos llevar en la mano si nos hace sentir más seguros.
  • Utilizar anclajes (un tema musical, una imagen, una cita, un olor) que nos relajen o motiven.
En el desarrollo:
  • Analizar dónde debemos poner la atención. Podemos focalizar en:
o   En el “Yo” (nos estamos escuchando), estamos hablando y en cambio estamos pendientes de cómo lo estamos haciendo. Esto nos va a producir ansiedad.
o     En el contenido (esto lo suelen hacer los más expertos y entusiastas en la materia) están inmersos en ellos y se olvidan del público.
o   En la audiencia, allí es donde debemos colocar el foco. Estamos comunicando, compartiendo y debe haber un intercambio y relación con el público. Lo importante es ser naturales.
  •  Pensar que el público suele estar en modo neutral. No espera que la charla vaya mal, pero si pasara algún contratiempo, realmente se quedaría en cómo lo hemos gestionado.
  • Tener en cuenta los tres lenguajes:
o   El verbal. Los contenidos
o   El no verbal
o   El para verbal, el uso de la voz

De los dos últimos puntos puede depender hasta el 80% del éxito de la charla. En cambio, normalmente lo que más nos preocupa, es el contenido y por eso es lo que más preparamos.
La canciller Ángela Merkel se caracteriza por su control de las manos
Es muy importante tener en cuenta que a los 20 minutos la atención de las personas decae, por eso se deben combinar todos los lenguajes y tienen que ir en coherencia.

Elementos del lenguaje no verbal:
  • La imagen. En función de esa imagen vamos a crear una expectativa.
  • Uso del espacio. Sobre el escenario situarnos lo más cerca de la audiencia. Los atriles, mesas, sillas, sillones, suelen ser barreras. Lo importante es que sea el orador el que llene el espacio.
  • Postura: de pie, rectos una pierna un poco adelantada. Simétrico, manos por encima de la cadera y siempre visibles porque es un símbolo de franqueza y de apertura.
  • Gestos: las manos las utilizaremos para ilustrar, enfatizar… tienen que estar visibles y controladas.
  • Mirada, contacto visual.  La gente tiene que sentir que estamos conectando, realizar "escaneos" de toda la audiencia. No evitar la mirada.
  •  Expresión facial. En oratoria no se debe confundir la seriedad con la profesionalidad. No se puede ser inexpresivo. Gesticular es lo que da “color” a la voz y resta monotonía.
  • Actitud, es la base del lenguaje no verbal. Cuerpo abierto, activo.. .tiene que ser independiente de la situación personal que atravesemos, tiene que ser algo profesional y si es necesario se interpreta. 

Fotograma de la serie "Borgen"

Elementos del lenguaje para verbal:
  • Volumen (se nos tiene que oír).
  • Ritmo (se nos tiene que poder seguir).
  • Entonación (tenemos que jugar con la entonación, por ejemplo hacer preguntas retóricas).
  • Articulación (se nos tiene que entender).
  • Énfasis (destacar, remarcar, lo que nos interese).
  • Pausas (despertar interés, proyectar dominio de la materia, dar vida al discurso).
  •  El silencio es uno de los recursos más potentes en oratoria. Silencio, sobre todo, al inicio y al final de la intervención.
Expresidente de EEUU Barack Obama

Al finalizar del discurso:

Tras el cierre, que nos habrá servido para “redondear” el discurso, solo podemos terminar de una manera: 
Con una sonrisa


Consejos de Teresa Baró:

Fragmentos de la serie "The Good Fight", sobre el uso de ejemplos para clarificar contenidos de un discurso.